viernes, febrero 08, 2008

RECOMENDADO


LA SIMPLIFICACIÓN DEL CONFLICTO ENTRE URIBE Y CHÁVEZ
El Tiempo
LEÓN VALENCIA

He asistido en los últimos dos meses a varios foros donde se discuten las diferencias entre Colombia y Venezuela y he visto con asombro que hay una tendencia dominante a reducir el conflicto a la locura de Chávez y a sus delirios expansionistas. Incluso gente culta e informada se atreve a esta simplificación.

El rumbo político que han tomado los dos países es muy distinto y los factores de conflicto no son menores. El futuro de las relaciones es incierto y solo una toma de conciencia de la gravedad de la situación y un esfuerzo inmenso por reducir las tensiones puede evitar la marcha hacia un escenario catastrófico.

El contraste político no podía ser mayor. Mientras Uribe encarna un populismo de derecha de corte autoritario, Chávez representa un populismo de izquierda y un autoritarismo no menos agresivo.

Ambos han tenido un gran respaldo popular, aunque en el momento el mandatario venezolano, que lleva más años en el poder, acusa un desgaste en las encuestas.

Nada más explosivo que la relación entre dos mandatarios con proyectos políticos tan contradictorios, con una frontera común extensa, un intercambio comercial decisivo -al menos para una de las partes- rutas de narcotráfico que unen a los dos países y viejos reclamos territoriales de por medio.


Con otro ingrediente de tensión: las relaciones con Estados Unidos en la fanática era de Bush. Mientras Chávez, sentado en unas reservas petroleras envidiables, se alejaba más y más de Washington, nuestro mandatario buscaba cobijo seguro en el rancho americano.

En Caracas floreció la idea de que Colombia sería la cabeza de playa de una intervención militar norteamericana en el territorio venezolano y en Bogotá la preocupación -alimentada desde la Casa Blanca- de que quizás las guerrillas colombianas estarían recibiendo un considerable apoyo soterrado de Venezuela y los narcotraficantes una franquicia descarada para sus operaciones.

Ahora nos enfrentamos a tres posibles escenarios: uno, optimista, en el cual se normalizan las relaciones, quizás con la mediación de líderes como Castro, Lüla o Carter, se levantan los obstáculos al comercio y se activan nuevamente todos los mecanismos de integración. Pero esto implicaría una vuelta de Chávez a las gestiones de paz y un cambio de rumbo de Uribe en la estrategia frente a las guerrillas.

Otro, especialmente trágico, en el cual la cadena de agresiones y de maniobras políticas continúa hasta derivar en incidentes bélicos en la frontera. Colombia tendría como aliada, por momentos, a la oposición política venezolana y apelaría a una intervención punitiva de Estados Unidos. Pero Chávez tendría como parte de su ejército a los guerrilleros colombianos y contaría con la solidaridad o la neutralidad de la gran mayoría de los países de América Latina.

Y un tercero, en el cual las cosas siguen, como ahora, por un período. Chávez mantiene una interlocución con las guerrillas sin traspasar el ámbito político, y Uribe le permite que siga jugando un papel protagónico en la liberación de los secuestrados. El comercio sufre algunos tropiezos, pero no un completo descalabro. El Palacio de Nariño no responde a las agresiones verbales que salen del Palacio de Miraflores.

Es posible que me tachen de tremendista por hablar de posibilidades de guerra, pero este escenario no es descartable y Uribe debería considerarlo. La conformación de un grupo especial de crisis conformado por un general avezado, un empresario representativo de los intereses que están en juego y un diplomático conocedor de los asuntos venezolanos, le podría ayudar a buscar los caminos menos tormentosos para nuestro país. En todo caso no debería engolosinarse con la popularidad que le da el plantarle retos a Chávez.

lvalencia@nuevoarcoiris.org.co

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jueves, febrero 07, 2008

OPORTUNISMO O ESTUPIDEZ DEL PARTIDO DE LA U

Así como se rechazó la actitud comprensiva frente al terrorismo del Polo Democrático Alternativo y de sectores del Partido Liberal, del mismo modo los ciudadanos debemos repudiar que se pretenda vincular la marcha del 4F con la propuesta de reelección presidencial hecha por el Partido de la U.
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El planteamiento tiene un innegable sabor oportunista, a menos que se trate de una muestra de incomensurable estúpidez.
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Pareciera que se quiere cabalgar sobre una manifestación ciudadana que no tuvo color político y en la que participaron amigos y opositores del gobierno. Nunca fue un plebiscito a favor del presidente Álvaro Uribe, aunque si un apoyo a una política gubernamental basada en la firmeza y en la aplicación de la Constitución y la ley.
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La sugerencia hecha por la U concede argumentos a quienes, con sofismas de distracción y desde una actitud de justificación del crimen y de la acción armada, se negaron a decir NO MÁS FARC. También a los sectores políticos y a las propias FARC que están empeñadas en el fracaso del camino de resistencia civil y rebeldía contra el terrorismo que se inció el 4 de febrero.
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¡Grave error!

martes, febrero 05, 2008

RECOMENDADO

EL CAMINO EQUIVOCADO

LAURA GIL
EL TIEMPO
/ 5 de febrero de 2008

Algunas voces han solicitado que el Gobierno lleve al Consejo de Seguridad de la ONU la controversia con Venezuela. Esto constituiría un error.

Es verdad que la tensión bilateral debería recaer en el mandato del Consejo de Seguridad, el órgano internacional encargado de "mantener la paz y seguridad internacionales". El presidente venezolano representa una amenaza de no poca monta.

"Colombia está fraguando una confrontación bélica para obligarnos a una respuesta", afirmó. Cabe preguntarse: ¿respuesta a una acción de guerra o fabricación de justificaciones para emprenderla?

El pronunciamiento parece apuntar a una argumentación de defensa preventiva.

Una confrontación de tropas regulares es poco probable. Más bien, la cooperación directa y robusta con las Farc podría ser considerada desde la orilla vecina como una defensa preventiva.

Vale la pena recalcar que un vínculo estrecho con la guerrilla puede terminar comprometiendo la responsabilidad estatal de Venezuela e incluso la responsabilidad penal del presidente Chávez por los crímenes cometidos por las Farc.

El Consejo podría determinar que la situación constituye "una amenaza a la paz y seguridad internacionales". En el mejor escenario, sus resoluciones, de obligatorio cumplimiento, condenarían la actitud de Venezuela, exigirían el cese de todo auxilio a las Farc y advertirían de las consecuencias de una acción bélica contra Colombia. Podrían ir más allá: el Consejo ha adoptado embargos de armas contra Estados que patrocinan a grupos armados no estatales. Pero no nos dejemos tentar por las posibilidades porque son muchos los peligros.

Si bien un texto jurídico -la Carta de las Naciones Unidas- rige el Consejo de Seguridad, este no deja de ser un órgano político compuesto por 15 Estados miembros. Venezuela contaría con aliados en el Consejo. ¿Acaso no es Libia miembro de él? Los largos tentáculos de los petrodólares podrían conseguir unos cuantos más. Algunos utilizarían a Colombia para expresar su oposición a Estados Unidos y, en Latinoamérica, pocos están dispuestos a controvertir a Chávez. Rusia es el principal proveedor de armas de Venezuela, y China continúa multiplicando la compra de su petróleo.

De otra parte, desafía la imaginación especular sobre la posición de Francia si se le abre la compuerta para deliberar sobre los secuestrados.

Además, el Consejo de Seguridad no cuenta con una lista de organizaciones terroristas, que permita requerir de Venezuela la aplicación de la Resolución 1373, el marco jurídico de la ONU en la lucha antiterrorista.

¿Por qué tendría Colombia que ofrecerle en bandeja a Venezuela una plataforma internacional? Basta con imaginarse al presidente Chávez vociferando contra el "peón del imperio" desde Nueva York. Ya lo estaría haciendo si sus planes para acceder al Consejo hubiesen cuajado. Bien hizo la embajadora María Ángela Holguín en depositar el voto contra Venezuela. En aquel entonces, muchos se lo reclamaron.

Más importante aun, al internacionalizar el problema con el vecino, se pone sobre la mesa el conflicto armado en su conjunto. No se discute que existen las condiciones para que el Consejo lo considere una amenaza a la paz y seguridad internacionales -fronteras porosas, violaciones de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario, desplazamientos masivos de personas, narcotráfico, contrabando de armas, toma de rehenes e injerencia de países vecinos-. Pero el Gobierno colombiano, cualquiera él fuera, deberá asegurarse que su inclusión en agenda se dé en condiciones más favorables.

Hoy, los debates en la ONU no harían más que alimentar la confrontación bilateral. Por ahora, es preferible el silencio del Consejo de Seguridad.

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domingo, febrero 03, 2008

SOBRE LA LIBERACIÓN DE TRES EX CONGRESISTAS

El 25 de agosto de 2007, cuando apenas comenzaba la mediación de Chávez, escribimos en la columna "Chávez y la llave de la paz" (ver índice):

"Aunque es posible que se dé la liberación total de los secuestrados, en realidad es poco factible. Las FARC no cederán en el despeje de Florida y Pradera y en reintegrar a sus filas los guerrilleros presos, puntos en los que afortunadamente Uribe es aún ``inamovible''.

Esa situación conduciría más bien a un fracaso que Uribe utilizaría para legitimar el rescate militar y Chávez para desvirtuar vínculos con la guerrilla. No obstante, eso no comulga con el tratamiento que deben dar las FARC a quien consideran su principal y potencial socio estratégico. Tampoco con el expansionismo chavista.

Se abre entonces un escenario intermedio. Es más probable que liberen uno o varios secuestrados, pues la lógica terrorista y su experiencia les indica que son los cautivos quienes les permiten obtener réditos políticos. Preferirá soltarlos a cuentagotas, a medida que sus planes avancen, sin descartar una nueva masacre, como la de los once diputados, para mantener la agenda y disuadir operaciones de rescate.


Chávez aparecerá en esa escena como el hombre que tiene la llave para la paz y Uribe como el obstáculo. Se reiterará que no habrá paz mientras no haya un gobierno que privilegie la negociación, desmilitarice territorios y confine a las fuerzas armadas a los cuarteles. Para ambientarlo las FARC habrán aprendido que cada acción militar fortalece la línea dura del gobierno y quizás enfaticen en generar hechos políticos y hacer propaganda. Ya debieron percatarse que en las coyunturas en que su discurso se posiciona, como la marcha de Moncayo, Uribe queda a la defensiva".

El anuncio de la liberación de tres secuestrados debe recibirse positivamente, pero no pasar por alto que se trata de un intento de manipular los ciudadanos, antes de la marcha del 4F.

Lo que es evidente es que el anuncio es ya un primer triunfo de la firmeza con la cual la sociedad colombiana ha hecho sentir su rechazo a las FARC .

La primera enseñanza de la convocatoria a la marcha es que Colombia debe mantener la movilización ciudadana contra las FARC para lograr que todos los secuestrados regresen a casa y se acabe el terrorismo.